Decía Aristóteles que "la excelencia no es un acto, es un hábito".
También lo demostró Michael Phelps cuando reconoció que sus 28 medallas olímpicas en natación se debieron a su constancia en el entrenamiento diario, no descansando ni en días festivos.
Los hábitos tienen la capacidad de llevarnos a la excelencia. Cuando somos niños y adolescentes nos falta visión a largo plazo. Cuando vamos cumpliendo años empezamos a valorar el ahorro de esfuerzo que supone hacer ciertas cosas poco a poco, vamos valorando el poder de los hábitos.
Es importante fortalecer hábitos en tres niveles: corporal, mental y espiritual.
- En cuanto a nuestro cuerpo es fundamental cuidar los hábitos alimenticios y nutricionales y los relativos al descanso.
- En cuanto a los aspectos mentales es de gran importancia ser conscientes del momento que vivimos, del presente, del ahora, para lo cual ayuda la práctica de la meditación, también son importantes los agradecimientos, las relaciones humanas o la realización de actividades que nos agradan y nos relajan.
- A nivel espiritual es clave ser conscientes de la trascendencia, reconciliarnos con nuestros antepasados y tener presente que hay alguien más grande que nosotros, Dios, con el que podemos relacionarnos a través de la oración diaria.
Recomiendo tres lecturas sobre hábitos: "Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas, de Steven Covey, "El poder de los hábitos", de Charles Duigg y "Hábitos atómicos" de James Clear. Son tres libros estupendos para descubrir o mejorar nuestras capacidades y potencialidades. Si no tienes tiempo para leer puedes escucharlos en formato podcast en aplicaciones como Spotify de forma gratuita.